Primera muestra de la primera temporada del renovado Teatro-Auditorio de Poitiers, « Les Princesses » fue un evento coreográfico y musical que hizo una apuesta arriesgada: agrupar 20 coreógrafos y artistas que han marcado la danza contemporánea en Francia desde los años 80. Cuatro horas de danza, música y muchos momentos de poesía.
Para este proyecto, Odile Azaguri -la directora artística del evento- pudo contar con la música enigmática e imaginaria del compositor argentino Luis Naón (del que ya hemos hablado en Faubourg), y de la interpretación del ensemble Ars Nova de Francia.
Luis Naon, Abel Robino y los unicornios
Los espectadores debían elegir entre dos itinerarios coreográficos diferentes y eran guiados por grupos gracias a bailarines disfrazados con máscaras (unicornios, ciervos, chivos… según el grupo)
Participaron Carolyn Carlson (vidéo) & Larrio Ekson, Guesh Patti, Shiro Daïmon, Nathalie Pernette, Laurent Falguieras, Anna Ventura, Dominique Boivin, Pascale Houbin, Carlotta Ikeda, Odile Duboc, Jean Gaudin, Véronique Ros de la Grange, Jackie Taffanel, Elsa Wolliaston, Hela Fatoumi, y …
Graziella Martínez. De ésta ultima les queríamos hablar.
Aérea, con una vincha brillante en la cabeza, y disfrazada como un coche robado, la coreógrafa argentina Graziella Martínez, 67 años, (asociada en la década del ’70 a Topor, Copi, Lavelli, Savary, etc.) organiza el escenario de sus ficciones minímas como una seguidilla de ceremonias en su departamento.
Explorando todos los registros, lejos muy lejos de los standards & tics de la danza contemporánea, Graziella es una mujer que ha elegido el exceso como medida de supervivencia.
Princesa, gitana o geisha, todo es posible para Graziella Martínez, quien va superponiendo sobre sí misma -como « une princesse déchue« – los vestidos que ha fabricado/recuperado, bailando como si no estuviera allí, -como si no hubiera público- ayudándose y enrrollándose con unos velos/guirlandas/mangueras fluorescentes. Chorreando poesía en un reality show.Al principio, el publico reía como se reían de Susan Boyle, la ahora famosa cantante de Britain’s Got Talent’s, y poco a poco todo se vuelve seriamente desopilante, truculento.
^Graziella Martinez en los ’60.
Cuando levanta sus enormes ojos exageradamente maquillados, hay tanta burla y tanta ironía en ella que sólo podemos sucumbir a este oscuro encanto de una nena que nunca se creyó que era princesa.
Que éste humilde homenaje pueda servirle de aliento a Graziella para continuar su trabajo de hada psicodélica.
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Para ver las fotos del evento por el fotógrafo Arthur Péquin > clic aquí
El 19 de abril murió en Inglaterra J.G. Ballard, autor visionario, pesimista, él lo habia previsto todo: la sociedad del ocio, el fetichismo de los objetos de consumo, el culto a la celebridad… Nos hablaba del mundo de hoy, no del de mañana.
J.G. Ballard, uno de los grandes de la ciencia ficción contemporánea.
Sus libros, novelas y cuentos, fueron y serán inspiración para los directores de cine.
El imperio del sol, dirigida por S. Spielberg tiene marcados tintes autobiográficos, se inspira en algunas vivencias de Ballard en su adolescencia en los campos de refugiados en Shangai.
James Graham Ballard había nacido en esa ciudad en 1930 y a los 12 años fue trasladado con su familia a este campo de reclusión donde permanecieron durante 3 años. Aprendiendo el totalitarismo con la mamadera. En 1946 emigran a Inglaterra donde vivirá toda su vida. Al llegar comenzó a estudiar medicina en la Universidad de Cambridge pero nunca terminó la carrera. Se licenció como piloto en Canadá, fue editor científico y finalmente decidió dedicarse a la literatura.
Algunas perlitas.
La Ficción es una rama de la neurología: los escenarios de los nervios y los vasos sanguíneos son las mitologías escritas de la memoria y el deseo. »
El gusto por la pornografía generalizada significa que la naturaleza nos está alertando a la amenaza cierta de extinción.
Cualquier tonto puede escribir una novela, pero requiere genio para venderla.
Teniendo en cuenta que la realidad exterior es una ficción, el papel del escritor es casi superfluo. Él no necesita inventar la ficción porque ya está allí.
Me gustaría resumir mi temor sobre el futuro en una palabra: aburrido. Y eso es mi único temor: que todo haya sucedido, que nada nuevo o emocionante o interesante vaya a pasar … el futuro sólo va a ser un gran, conforme suburbio del alma.
En un mundo completamente cuerdo, la locura es la única libertad!
La ciencia y la tecnología se multiplican a nuestro alrededor. Cada vez en mayor medida dictan las lenguas en las que se habla y piensa. O bien utilizamos estos idiomas, o nos quedamos en silencio.
En 1956 comenzó a escribir sus primeros cuentos pero fue con la aparición de El mundo sumergido (1962) que su nombre empezó a aparecer entre los de los creadores de una nueva tendencia de la literatura de ciencia ficción que tomó el nombre de ficción especulativa. Para el propio Ballard sus libros lo que hacían era describir la nueva psicología del futuro.
La mayoría de ellos se sustentan sobre problemáticas muy propias del siglo XX y prefiguran algunas de las amenazas reales para el planeta. El miedo y la irracionalidad que producen sostienen muchos de los conflictos de nuestra era. Crash! , escrita en 1973 fué llevada al cine en 1996 por David Cronenberg. Es una de las películas que mas nos han incomodado y fascinado al mismo tiempo.
Borges y Ballard en los ’70, cuando escribía Crash !
Crash! fué la experiencia más difícil de mi vida de escritor. Escríbia cosas horribles mientras que mis hijos, entonces pequeños, jugaban a mi alrededor… Me volvía loco.– dice Ballard
La segunda oportunidad – RTE o la pasión del Crash
Ballard escribió cerca de 20 novelas de las cuales La sequía (1964) y El mundo de cristal (1966) muestran la importancia que para él tenía el tema ecológico, y La isla de cemento (1974) o Rascacielos (1975) ponen de manifiesto el rol del hombre en la destrucción del planeta.Sus obras hablan de manera especialmente cruda de las grandes tragedias humanas provocadas por los conflictos bélicos que marcaron todo el siglo pasado. Miracles of life (2008) es su libro más directamente autobiográfico, y culmina con la declaración de su enfermedad terminal. Tenía 78 años.
“Pienso que debería haber más sexo y más violencia en televisión, y no menos. Ambos son poderosos catalizadores del cambio social, en momentos en que se necesita desesperadamente un cambio.”
Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo, liberar la verdad que hay en nosotros, alejar la noche, trascender la muerte, encantar las autopistas, congraciarnos con los pájaros y asegurarnos los secretos de los locos.
Creo en mis propias obsesiones, en la belleza de un choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de una playa de vacaciones desierta, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados.
Creo en las pistas de aterrizaje olvidadas de Wake Island, señalando a los Pacíficos de nuestras imaginaciones.
Creo en la belleza misteriosa de Margaret Thatcher, en el arco de sus fosas nasales y el borde de su labio inferior; en la melancolía de los conscriptos argentinos heridos; en las sonrisas perturbadas de los empleados de estaciones de servicio; en mi sueño sobre Margaret Thatcher acariciada por ese joven soldado argentino en un motel olvidado, observados por un empleado de estación de servicio tuberculoso.
Creo en la belleza de todas las mujeres, en la perfidia de sus fantasías, tan cerca de mi corazón; en la unión de sus cuerpos desencantados con los rieles de cromo de las góndolas de supermercado; en su cálida tolerancia de mis propias perversiones.
Creo en la muerte del mañana, en el acabamiento del tiempo, en la búsqueda de un tiempo nuevo en las sonrisas de las mozas de los bares de las rutas y en los ojos cansados de los controladores de tráfico aéreo en aeropuertos fuera de temporada.
Creo en los órganos genitales de los grandes hombres y mujeres, en las posturas corporales de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y la Princesa Diana, en el suave olor que emana de sus labios cuando miran a las cámaras del mundo entero.
Creo en la locura, en la verdad de lo inexplicable, en el sentido común de las piedras, en la demencia de las flores, en la enfermedad reservada para la raza humana por los astronautas del Apolo.
No creo en nada.
Creo en Max Ernst, Delvaux, Dalí, Tiziano, Goya, Leonardo, Vermeer, de Chirico, Magritte, Redon, Durero, Tanguy, el Facteur Cheval, las torres Watts, Bocklin, Francis Bacon, y en todos los artistas invisibles dentro de las instituciones psiquiátricas del mundo.
Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en lo absurdo del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética, en las intenciones asesinas de la lógica.
Creo en las adolescentes, en la corrupción que hay en ellas sólo por la postura de sus piernas, en la pureza de sus cuerpos desaliñados, en los rastros que sus partes pudendas dejan en los baños de moteles miserables.
Creo en el vuelo, en la belleza del ala, y en la belleza de todo lo que alguna vez haya volado, en la piedra arrojada por un niño pequeño que lleva en sí misma la sabiduría de los estadistas y de las parteras.
Creo en la amabilidad del bisturí, en la geometría sin límites de la pantalla de cine, en el universo oculto dentro de los supermercados, en la soledad del sol, en la locuacidad de los planetas, en la redundancia de nosotros mismos, en la inexistencia del universo y el aburrimiento del átomo.
Creo en la luz que arrojan las videograbadoras en las vidrieras de las grandes tiendas, en la agudeza de las parrillas de los radiadores en los salones de venta de automóviles, en la elegancia de las manchas de aceite sobre las barquillas de los motores de los 747 estacionados en las pistas de los aeropuertos.
Creo en la no existencia del pasado, en la muerte del futuro, y en las infinitas posibilidades del presente.
Creo en el desarreglo de los sentidos: en Rimbaud, William Burroughs, Huysmans, Genet, Celine, Swift, Defoe, Carroll, Coleridge, Kafka.
Creo en los diseñadores de las Pirámides, el Empire State, el bunker del Fuhrer en Berlín, las pistas de aterrizaje de Wake Island.
Creo en la fragancia del cuerpo de la Princesa Diana.
Creo en los próximos cinco minutos.
Creo en la historia de mis pies.
Creo en las migrañas, el aburrimiento de las tardes, el temor a los calendarios, la traición de los relojes.
Creo en la ansiedad, la psicosis y la desesperanza.
Creo en las perversiones, en el amor obsesivo por los árboles, las princesas, los primeros ministros, las estaciones de servicio abandonadas (más bellas que el Taj Mahal), las nubes y los pájaros.
Creo en la muerte de las emociones y el triunfo de la imaginación.
Creo en Tokio, Benidorm, La Grande Motte, Wake Island, Eniwetok, Dealey Plaza.
Creo en el alcoholismo, las enfermedades venéreas, la fiebre y el agotamiento.
Creo en el dolor.
Creo en la desesperanza.
Creo en todos los niños.
Creo en mapas, diagramas, códigos, juegos de ajedrez, rompecabezas, tableros de horarios de vuelos, carteles indicadores de los aeropuertos.
Creo en todas las excusas.
Creo en todas las razones.
Creo en todas las alucinaciones.
Creo en toda la rabia.
Creo en todas las mitologías, recuerdos, mentiras, fantasías y evasiones.
Creo en el misterio y la melancolía de una mano, en la amabilidad de los árboles, en la sabiduría de la luz.
John Kenneth Galbraith(Ontario, 1908 – Cambridge, Mass. EEUU, 2006) fue un conocido economista, y nuestros lectores ya habrán hecho el link entre Ballard y él, aparte el hecho de que estén los dos muertos. Galbraith también hablaba del mundo de hoy, no del de mañana.
Galbraith no responde al estereotipo de economista norteamericano, por sus ideas iconoclastas sobre la economía y prácticas de sus pares. Su mayor preocupación no era el análisis econométrico o teoría económica, sino analizar las consecuencias de la política económica en la sociedad y la economía política, en una forma accesible y eliminando gran parte del tecnicismo utilizado por los economistas.
En 1949, Galbraith fue nombrado profesor de economía en Harvard. Fue también editor de la revista Fortune.
En su primera gran obra, Capitalismo americano, (American Capitalism: The concept of countervailing power, 1952) señala que las grandes corporaciones han desplazado a las pequeñas o negocios de carácter familar, y, como consecuencia, los modelos de competencia perfecta no pueden ser aplicados en la economía de EE.UU. Una forma para contrarrestar ese poder, según Galbraith, es el surgimiento de grandes sindicatos. En La sociedad opulenta (The Affluent Society, 1958), contrasta la opulencia del sector privado con la avaricia del sector público. Con ello demuestra que EE.UU., en los años cincuenta, era el ejemplo de un país con una economía en crecimiento, pero que en su interior existían grandes desigualdades sociales. Finalmente, en El nuevo Estado industrial (The New Industrial State, 1967) señala que las grandes corporaciones (como la General Motors, otro punto en común con Ballard) dominan el mercado de EEUU. Esto, como resultado de su gran crecimiento productivo y el nivel en sus operaciones, que les permite controlar sus mercados.
El crash de 1929 (The Great Crash, 1929)
El libro fue publicado por primera vez en 1954, en el 25 aniversario del crash de 1929, cuando su recuerdo e influencia estaban todavía muy presentes. En la introducción a una reedición de los años 90, el autor afirma: Cada vez que la obra estaba a punto de ser descatalogada y desaparecer de las librerías, un nuevo episodio especulativo (…) estimulaba el interés por la historia de aquel gran caso contemporáneo de prosperidad y súbito desplome del mercado de valores, que condujo a una implacable depresión.
El crash de 1929 se convirtió pronto en una de las obras más vendidas de Galbraith. Acerca de su trayectoria comercial, el autor comenta en la misma introducción anterior: Tuvo una breve aparición en las listas de libros más vendidos y satisfecho lo veía expuesto en los escaparates de las librerías. En mis frecuentes visitas a Nueva York, me apenaba, no obstante, que no hubiese ni rastro de él en una pequeña librería situada en la rampa que, en la antigua terminal del aeropuerto de La Guardia, conducía hasta los aviones. Una noche entré y me dediqué a examinar las estanterías. La encargada finalmente se apercibió de mi presencia y me preguntó qué buscaba. Algo azorado, omití el nombre del autor del libro y le dije que era una obra llamada The Great Crash. Aquella mujer me respondió con firmeza: “No es un libro que se pueda vender en un aeropuerto”.
Otros libros de John Kenneth Galbraith, – Qué titulos!
-El triunfo. -Dinero. -Una vida de nuestro tiempo. -La era de la incertidumbre. -Breve historia de la euforia financiera -La pobreza de las masas. -Historia de la economía. -La cultura de la satisfacción.
Y General Motors ¿quiebra o no quiebra? ¡Si Galbraith viviera !
Hugo Ditaranto nació en Buenos Aires en 1930. Creador y fundador, junto a otros importantes poetas, del grupo « El Pan Duro » (Juan Gelman, Héctor Negro, Somigliana…) de tan empinada trayectoria para el movimiento poético de Buenos Aires a comienzos de los 60. También se destaca como prosista y audiovisualista. De lenguaje por momentos explosivo -su poesía desconoce el eufemismo- no rehuye a las palabras que muchos descartarían por « apoéticas » y con ellas golpea.
Décadas de ideología de la confusión nos dieron la magnífica oportunidad de creer que el capitalismo era un sistema. Utilizamos hasta el cansancio la falacia.
Nuestro mundo de avanzada tecnología, de expertos universales, no nos han preparado para lo que se venía. Ni el comandante Che Guevara, ni el subcomandante Marcos, ni Chávez (a menos que…)
Pero el Commandant Cousteau lo sabía perfectamente. El sí que estaba enterado. Su profundo conocimiento de las profundidades lo había puesto en la brecha de un descubrimiento fundamental: el capitalismo es un ORGANISMO, ¡está vivo!
Con su bonnet rouge y su Calypso, en algun océano perdido él lo encontró, lo estudió, lo fotografió, lo entrevistó. Con su voz nasal y sus « eg-rrres » a la francesa nos anunció la fantástica primicia en uno de sus reportajes surrealistas:
– musiquita – (y voix-off con acento fgrancés)
« Estabámós con mi hijo Philippe en el moduló submagrrino de la Calypso, tgrratandó de filmagr pogr la pgrimegra vez en su ecosistémá al « pez-pijón » (procunciar peizzpigjeón), unicó espécimén de éstá espécié de las pgrofundidadés dotadó de ogrganós genitalés inmensós, más grandés que su pgropio cuegrrpó.
En un momentó de nuegstgra investigación, le dijé a Philippe que pgrendiegra la luz porgque no veiá una miegrda. Mi hijó me contestó que ya estabá pgrendidá. Y yo le dijé: – ¡Entoncés es que en vegrdad no veo una miegrda! Me quité los anteojós, y los tigrré al pisó del moduló submagrrino con mucha bgroncá. No sueló haceg muchas boludecés, pegro esa fué una ggrandé. Un instanté déspues, aún enojadó con mí mismó, me di cuentá de mi gravé egrrogrr…
La obscurídad habiá sidó pgrovocadá pogr algo inhabituál (y no egrra el pez-pijón! -procunciar peizzpigjeón), egrra algo aún más hogrrrrible… y desconocidó pagra nosotrós.
Se tgratabá de un ogrganismó 50% végétal y 50% ánimal -o como quiera que seán los pourgcentajes-. Parecía heridó o enfergmó. Con el talkie-walkie tgraté de comunicagr con él, pegro lo unicó que lagrrgó fué un pédó estgruendosó y malolienté en medio de milliones de bugrbujas. Enseguida sentí que los dos estabamós en peliggrró…
Philippe se habiá desmayadó, ¡el muy maricón! y al caegr hizó pelotá la filmadogrra y nos jodió el grrepogrrtage. Así que ió soló pudó sacagr esta fotó con mi nouveau i-phone.
– musiquita de fin-
La enorme herencia (y el coraje) del Commandant nos habían puesto en guardia.
El capitalismo, que ya ha mutado en neocapitalismo es entonces un ORGANISMO, ¡está vivo y está hambriento!
Humanos: la única manera de salvarlo es darle de comer!
Es el único espécimen y, como todos nosotros (enfin, todos-todos parece que no) tiene derecho a la VIDA.
Las más altas autoridades político-monetarias-y-financieras ya se han puesto a ayudar, y por primera vez al unísono.
Billones de dólares y euros y chuans y yens para salvar al frágil organismo viviente amenazado de desaparición. Cientos de bio-economistas del mundo entero trabajan sin descanso para una pronta recuperación. Este ejemplo de colaboración humanitaria (es una forma de hablar pero ya dice mucho) quedará grabada en la Historia.
Por el momento el paciente se porta bastante bien, come mucho y no parece cansarse, su sistema digestivo-especulativo vuelve a funcionar casi con normalidad. Su bolsa gástrica de valores en París ya ha recuperado las fuerzas perdidas desde el 1° de enero de 2009.
¡Ciudadanos del mundo, gente de bien, ladrones, banqueros, artistas, unamos nuestros esfuerzos para salvarlo! Enviemos galletitas, plata, dulce de leche o simplemente una tarjeta postal para levantarle el ánimo.*
Porque como nos dijo Cousteau: « Esós bichitós son muy sensíbles, cualquiegr gesto de amorg los hace felicés. Sobgre todo durante el períodó de acoplamientó.
*Si no saben adónde enviar las galletitas, la plata, el dulce de leche o la tarjeta postal, mándenlos a Faubourg Buenos Aires que transmitirá.
Esa noche el Faubourg pasó por Buenos Aires, y se incrustó en el camarín de Jorge Lanata, para ver las tripas de un teatro de revista (porque sobre el escenario toda mentira es verdadera, todo fragmento la eternidad, las vedettes calzan el ultimo modelito de prótesis mamonalgarias y los bailarines son tan machotes que los mejicanos parecen productos desnatados). Aquí el acto escénico que se respira apagadas las luces fluye del drama : “solo existirá esta sola y única vez” .
Y suspiramos una a una las chicas desde una complacencia a lo King Kong, pero estuvimos antes en el camarín preguntando que veríamos, estrategia para saber dónde, el que sugiere, apuesta; nobleza obliga, Jorge nos marcó donde echar el ojo, pero ni MU de lo suyo.
Veníamos a aplaudirlo y no a contarle las costillas, veníamos con los primeros olores de llegaditos a la argentina, con ese vendaval de calor apenas te abren la puerta del avión y uno respira esa masa dulzona y exclama ¡ olor a patria!!!! y no es otra cosa que humedad y antes de llegar al teatro, oímos la fauna, en cada viaje, una moda, en unos fue el CHETO, en otros fue el RE, me REgusta me REcopa te REquiero, pasamos por el forro y los forrassos, pero hoy todos repiten OVBIO aquí estábamos entre la gente que cada vez que afirman algo dicen “DALE” loca generosidad de los que cada ves tienen menos.
Intuíamos que de cerca, las plumas de las bailarinas fuesen de gallinas batarazas, pero no, eran de plumas de ave del paraíso, y nunca sabremos si esas piernas son producto de un crisol de raza o del churrasco universal y así el mundo de las luces que todo lo puede, nos arrinconó en la tercera fila.
Chusmeador de Faubour, aquí va el camarín del artista.
Camarinemos juntos.
Nos acompañó en aquella soirée la fotógrafa Anita P, el lector puede imaginar con pe, lo que se le ofrezca, desde su inconsciente a la mesa de ventas de su realidad, por ejemplo : pianista, pirata o panadera y otros tantos oficios mejor pagos pero mas crudos,
Ana nos envío el material de la mala suerte, mezclado con sus propias fotos a exponer en su próxima muestra pero como el azar no existe se mezcló todo y reveló una sopa-art-déco, una kaka-verna colorida.
Chusmeadores de FBA, te contamos que Faubourg tomó notas también de las cosas que se dicen en la sala antes durante y después :
Un pelado refiriéndose a Bush lo tildó de ” el menen de ellos”
Otro refiriéndose al quilombo judío dijo “tendríamos todos que convertirnos, nos pasaríamos cagándonos de risa de nosotros mismos y seríamos ricos”.
Pero no derrapemos, el nivel era de la bragueta para adentro…
Donde anotamos esta sapiencia porteña : parece que las mujeres estacionan mal los vehículos porque los hombres les han hecho creer que esto (dijo el contador abriendo con el dedo gordo y el indice un espacio mínimo) son 25 centímetros.
¿Y cual sería la justa medida para entrar en este tipo de espectáculos?
¿Y si el desenlace del arte de varieté fuese errar en el laberinto de la superficialidad, en busca, porqué no, de un improbable minotauro que lo absuelva de semejante condena?
Lanata terminó lo suyo con aquellas cartas que la esposa de Mariano Moreno le enviara a su marido, sin saber que ya lo habían arrojado al mar, asesinado ; cartas que nunca llegaron.
Y nos pareció que esto se repetía, porque en Ezeiza, quisimos comprar Crítica de la Argentina y el pibe nos dijo, -“hoy no llegó” y empardando con la idea de aquellas cartas, le dijimos: “no se habrá muerto el gordo che y no lo sabemos?”, el chiste se puso feo y el pibe nos miró de frente, y entre triste y embroncado exclamó “Dios quiera que no”.
En el planeta de los obvios, dios aún cuenta y seguro que dice, DALE.
En estos tiempos de crisis, no nos privemos de cualquier pequeño festejo.
Hoy se cumplen los 200 años del nacimiento de Darwin y aprovechamos para hacerle un homenaje. Ayer a la noche tuvimos la oportunidar de ver evolucionar o mutar in vivo a la especie futbolista, que hasta ahora solo podía jugar a la pelota con los pies. Pareciera que la influencia del medio externo (el DT ?) ha favorizado la mutación.
Perdón Maradona, no pensamos que podrías hacerlo! (aunque ya nos habías avisado en el ’86, pero no por lo de « la mano de Dios »).
Saludemos de paso otro cambio no menos perceptible: la virilización del juego. Por fin los dos equipos se pusieron a jugar y a transpirar en vez de pasarse simplemente la bola. Los cambios cambios son.
Richard Williamson ya no tiene que esconderse (en verdad no se escondía).
Las máscaras cayeron, y en La Reja -un huerto sin olivos en el Gran Buenos Aires- sigue el pregón vergonzoso. Mientras los grandes países cierran las fronteras, la Argentina continúa acojiendo a los pobres inmigrantes en busca del paraíso perdido.
La visión del taller era de papelitos, destrucción, restos, hilachas de restos tan común de tantos rincones de atelier, todo tipo de papiromanías, arrojada fuera del círculo de la obra, luciendo cortes muy cuidados, sutilezas dispuestas y menospreciadas después, basura delicada, lo perfecto y mejor, escupido por el piso (si esto no es terrorismo, el esquema es muy parecido).
Restos que, como el título del tango aquel, « Desde el Alma« , son de un lugar de parentesco cercano.
Ya se sabe que los artistas a cada final de serie, antes de pasar al acto siguiente, (cuadro, cosa de arte, dibujo o bodrio sentimental) buscan un lugar donde abandonarse y abandonar, para no contagiar con la imagen anterior, la venidera.
Así crearon el concepto de Cuaderno Felpudo.
Donde uno se limpia, para no entrar en la nueva casa de la flamante obra a realizar -la desconocida-, con rastros de la anterior.
Pero esta particular añoranza de lo imaginario -más que de lo real-, culmina casi siempre en un trabajo práctico y obligatorio: rayar un cuaderno de un solo y abismal golpe, de una sola pasada cubrirlo de cabo a rabo, de tapa a tapa, en el menor tiempo posible.
Sólo faltaba el tema.
Ante tanta basura desparramada, un tsunami de hojas y recortes, materias apartadas de una obra final, partes desterradas por el suelo, resignada, bajo la mesa de trabajo; sin quererlo acabamos de nombrar la vedette, la protagonista de estos dibujos, la susodicha Mesa.
La Mesa como centro de un mundo en disección permanente.
Alguna vez el mundo, centró en la obra, el acto de la cruz, los retorcidos tendones del Nazareno. Más plebeya la mesa -centro de otra crucificción, la cotidiana- y a su alrededor, abajo, a sus costados, sobre, restos de lo que podría haberse salvado y se perdió hacia otra aventura ajena y desconocida.
Por la noche la reunión fué en el Théâtre des Champs-Elysées. Alex invita.
Nadie debe hablar sino de lo que le interesa o ama, de nos ser así, se habla de gustos, con su titular en este orden: el charlatán de feria. Para no serlo, relato cosas de ese espectáculo; Tango Pasión con el Sexteto Stazo Mayor, Luis Stazo y Christian Gerber al bandoneón.
Recordemos que cuanto más lejos uno está, hasta la 9a sinfonía te suena a tango, y qué tango!
El espectáculo estaba bien, pero dos cosas se imponían a comentar, como cara y cruz, día y noche, ya que de tango se trata, macho o hembra, de luz o sombra, como un contrapunto secreto.
No para quedarse con uno o con otro, cuando las dos cosas son buenas que elijan los giles.
Paso a la primera: un solo de piano de introducción a Adiós Nonino, de Piazzola. Durante todo el espectáculo, aquel tipo se lo pasó grisausente, y de repente engancha el piano y se nos aparece como aquel haiku japonés “lleno de oscuridad, yo cazo la luciérnaga”.
Un sentir parecido nos brindó el maestro Juan Carlos Zunini.
La sala vibra. Los que esperaban, asumen que el instante ha llegado, eso que hacía falta para escurrirse fuera del mundo, y en ése estado dejas de preguntarte cuántas decepciones te conducen a la amargura una o mil.
Cioran diría que todo depende del tema de la decepción, porque tema es nombre y apellido y algunas tardes de algunos días pesan más que otros, así el hombrecito terminó su perfección anónima y pasó por atrás de los músicos sin molestar -cuando nos había puesto una granada bajo la almohada- para volver a ocupar su lugar de antiguo gris.
La otra parte a destacar, -aunque muchas fueron buenas, sin menospreciar, todo se mantenía- fué la segunda conjunción: Valeria Sol Alvarez & Juan Manuel Acosta, primos en vida compañeros en la escena y pareja en el amor, que familia de pasión! tanto hacían uno, que creo que si él hubiese tenido tetas hubiesen sido como las de ella, al tipo que estaba delante mío se le escapó un piropo, ella cabello caoba -pero la luz la hacía colorada- y el vecino dijo “un desamor con la colorada equivale a la legión extranjera” y se disolvió en su butaca.Los pasos parecen los mismos pero los cuerpos se aprietan, él llegó a tener una boa con tacos altos que caía por momentos; ella una fibra jalonada de algún animal borgeano tigre o pantera.
Los vaivenes del público eran de salto mortal y hasta dos pibitos franchutes anti-aguante que por vocación paterna están mas condenados que invitados a este tipo de aquelarres, estaban como egipcios, hieráticos mandíbulas colgantes.
Y no hay más, el resto ya lo conocen: chismerío de chismeríos como dice la biblia y frases…
¿quién dijo? « si yo hubiese escuchado mis pulsiones hubiese terminado o loco o colgado” y qué sé yo, la pregunta no está tan descolgada: cómo carajo hace esta música con sus participantes para no abandonarlos ni en la locura ni en el cadalso?
Por « azahar », más tarde nos cruzamos frente al teatro con una bailarina de largos cabellos que en escena parecía diosa y en la calle es chiquita y simple. Quizá la verdadera quedó en escena. Helen la noruega dice que ella corroboró que era la misma, que guardaba algo de la pitonisa en transe, la de las mil caderas. Pero esto me parece a mí humanismo nórdico.
Los latinos preferimos decir que cuando se expresa la creación no sólo se es el verdadero, sino el único y que ésta es copia, ésta es Clark Kent,
Y alguien porfía. Les digo muchachos que esto es peligroso, envenenado,
Puede que el arte muestre quienes somos, puede que el arte mienta, pero bueno -contempla un radical-, nadie puede estar inmolándose, noche y día. Y porqué no los santos, por ejemplo, me estoy refriendo ante todo al santo del abasto, claro está.
Ciclo de conferencias « Selon Manguel » en el Centro Georges Pompidou
En un poema célebre, Constantin Cavafis sugiere que un día vendrá en que se nos dirá de repente que ya no hay más bárbaros. ¿Pero que nos va a suceder si no hay más bárbaros?-pregunta Cavafis. Esta gente es una especie de solución. Alberto Manguel
Pocas veces me digo que tengo suerte, pero el viernes 12 de diciembre a la tarde era una de ésas. Después del trabajo tenía un programa de tipo con suerte: en el Centro Pompidou daban une conferencia de Alberto Manguel con una entrevista a Doris Lessing (Premio Nóbel de literatura 2007), con dos actores (Agnès Sourdillon, Yann Collette) leyendo pasajes de sus libros y acompañados por los músicos amigos Luis Rigou, Helene Arntzen y Alfonso Pacín.
Desde hace años que quería encontrar a Alberto Manguel, cuyos libros han venido poblando mi imaginario este último tiempo (Une histoire de la lecture, 1996, L’Ordinateur de Saint Augustin, Dans la forêt du miroir, Petites histoires de la littérature américaine, Le Livre d’images, Journal d’un lecteur, etc. editados en Actes Sud).
Todo ésto GRATIS y rodeado de amigos. ¿Qué más pedir?
Con Abel Robino en el camino embotellado que nos llevaba al centro, admirando las luces navideñas des Champs-Elysées, hablábamos de la necesidad de crear un grupo de lectura y reflexión que nos permitiera no dejar pasar desapercibidos pensadores, escritores, filósofos o científicos antiguos o contemporáneos.
Estábamos exitados con la idea de ir a escuchar un pensador-escritor que fué lector de Borges y a una mujer inglesa rebelde, premio Nobel tardío y ampliamente justificado, sobre la ciencia ficción!!!
En el programa se anunciaba: « La Pantalla de Hal » – « Las pantallas de Doris Lessing » entrevista filmada de Omar Berrada.
A pesar se haber llegado a tiempo (milagro espontáneo un viernes a la noche en París), la cosa se complicó.
Omar Berrada nos informo que Manguel no podría dar la conferencia porque estaba enfermo. Las caras de los actores, de los músicos, de los organizadores, nos tranmitían la fragilidad del momento. El dispositivo previsto -conferencia, entrevista, lectura y musica- había cambiado por la fuerza de la actualidad. La mesa tenía tres patas y todos esperábamos que no se cayera.
Aunque no había más de treinta personas (¿qué rating para un premio Nobel?), la tensión era palpable. The show must go on… En la entrevista, Doris Lessing describe un congreso surrealista de aficionados a la SF (Science Fiction) en los años 70 donde centenares de personas disfrazadas de Dr Spock o de Capitan Marte la abucheaban cuando ella les decía que no habían entendido nada de los libros que leían. Luego anécdotas y descripciones sobre la ausencia de « mensaje » de sus libros, sobre todo los de ciencia ficción, que a pesar de todo inspiraron la creación de algunas nuevas religiones en USA, con profetas que se llamaban como sus personajes.
Los actores Agnès Sourdillon y Yann Collette leyeron extractos de Shikasta, un ejercicio a dos sobre cuerda floja que me dejó impresionado.
Entretanto Abel Robino se durmió. Me imagino que fué una mezcla de cansancio, decepción por la ausencia de Manguel, y la pérdida del hilo conductor de esa noche tan esperada. Se despertó de repente con un grito ahogado que le dió miedo a todo el mundo y se fué al fondo de la sala.
Es verdad que la lectura de esos mundos imaginarios poblados por mutantes gigantes de 5m que se reproducen cada 1000 años y « Los ejes de mi carreta » de Yupanqui cantadas por Luis Rigou, pueden dar una impresión de decalage espacio-temporal y un cierto vértigo. Pero a mí todo eso me hablaba, con un lenguaje ambiguo, sensorial y afectivo. Eso me permitió pasar un momento de viaje agradable y rico.
Otras lecturas -Olaf Stapleton y Borges-, otras músicas, completaron esa noche de ausencia de Manguel. ¿En qué mundo cienciaficcional estaría él en ese momento?
Para terminar, hablando del fin de la civilización -de la humanidad?- de uno de sus libros, Doris Lessing dijo haberse inspirado de Tony Blair, un personaje a sus ojos despreciable, heredero de una cultura centenaria, que por ignorancia destruyó en poco tiempo todo lo que sus ancestros habían construído.
Para exorcizar la ausencia de Manguel, nos fuimos a comer unas empanadas fritas al bar « Sur », boulevard Sain-Germain, esperando que la salud de Alberto Manguel nos lo devuelva rápidamente.